Canto a la música
Tú, el
más preciado y a la vez el más sencillo de los placeres,
tú, que
convives con nosotros, en todos nuestros hogares,
tú, que
siempre sabes cómo, un ánimo agostado, levantar,
tú, que
con tan solo tu presencia, eres capaz de un alma en pena curar.
¡Oh
música!, canto celestial, que solo tú siempre a nuestro lado estarás,
tu melodía, tu resonar en nuestros oídos, tu grata compañía.
Es más
que un deleitar, es un gozo para el alma que estés aquí cada día,
siempre,
tu esencia, tu efecto sobre nosotros, aunque cambies, permanecerá.
¡Oh
música!, que eres capaz de guiarnos en los sueños y en la vigilia,
solo tú
puedes aportarnos la más deseada armonía.
Eres
una creación humana, terrenal, mundana,
mas,
eres tan bella, tan pura, tan lozana, similar a una creación sobrehumana.
Quién
mejor que tú para, de este mundo, evadirnos,
quién
mejor que tú para, de las penas y las desgracias, escaparnos,
quién
mejor que tú para ocultar, tapar, silenciar, nuestro más profundo terror.
¡Quédate
en nuestras vidas por siempre, por favor!
como
dijo Nietzsche, la vida sin ti sería un tremendo error.
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