Encerrada
Quizá en verdad estaba loca y no lo sabía, quizá todo lo que
me dijeron era una verdad que ahora alcanzo a comprender. No sé lo que hice ni
porque estoy encerrada en estas cuatro paredes que me atormentan cada día, cada
hora, cada minuto, estas cuatro paredes oscuras, tan oscura como el alma de
quien rige este sitio infernal.
Después de estar cuatro meses, cuatro largos meses encerrada
en este infierno, ya me torturo diciendo. -estoy loca y tengo que estar aquí
por algún motivo-, pero cuando escribo estas palabras me doy cuenta de que no
es así, no hice nada malo ¿qué podría haber de malo en enamorarse de una chica?
Mi madre cuando me internó en este
sitio me dijo que era el mejor lugar para mí, que aquí me curarían, de lo que
ella consideraba una grave enfermedad, le supliqué que no lo hiciera pero como
siempre me miró con sus ojos indolentes, sin la más mínima piedad y me empujó
hacia este sitio como si fuera una vulgar rata de la que se quiere deshacer lo
más pronto posible.
En cuatro meses no he tenido noticias ni de
ella, y en verdad no las espero ni las quiero ya, para ella no significo más
que una hija con una enfermedad incurable de la que se quiere deshacer. Ni
tampoco sé nada de la pobre chica de la que me enamoré, quizá ella al igual que
yo esté en un lugar parecido o peor a este, o incluso y lo que me rompería el
corazón, yacente en algún lugar, muerta.
Los días aquí son como un infierno. Me los paso encerrada en mi habitación sola, sentada en la cama, pensando en
cómo acabarán mis días, en los días que en verdad ya no quiero que sean tan
largos, ni que sean. Simplemente que no haya más días para mí, cada día me
acuesto rezando y suplicando que ya no me despierte más, que ya llegue mi sueño
eterno, al que llevo esperando desde la primera semana que estoy aquí.
Hay situaciones peores que la mía
por supuesto, yo llevo tan solo cuatro meses, pero otros llevan años y años,
los del exterior se dirán que llevando tanto tiempo se habrán curado, pero si
tuvieran un mínimo de preocupación, por los seres que internaron aquí,
supuestamente por su bien y porque los querían, verían que lejos de curarse
están mucho peor. Caras amargadas de desesperación, caras en las que ya no se
podría ver el alma de un ser humano, porque la regente de este lugar, la madre
superiora, se la ha arrebatado, nos ha quitado cualquier esperanza que pudiéramos
tener, cualquier alegría que pudiéramos albergar, nos la ha vedado, simplemente
nos ha dejado la amargura, la tristeza, los sollozos por las noches, las
lágrimas que corren por nuestros ojos sin parar y sin acabarse porque es lo
único que se puede hacer aquí, llorar y esperar a que la muerte te llegue y
puedas descansar en paz.
Estas palabras las escribo para no
volverme loca en este lugar, en un sitio marcada por la desesperación y la
muerte que provoca aquella horrible mujer, de la que todos esquivan su mirada
pues encierra en ella la mayor maldad que puede contener un ser humano.
Ahora como todos los días,
monótonos y aburridos, arrugaré esta, de las tantas hojas que llevo escribiendo
y la tiraré, me meteré en la cama, esperando mi muerte o que pase rápidamente
otro día más en este infierno, con la esperanza de que algún día me pueda
escapar y conmigo salgan todos los que estamos aquí injustamente. Espero que
ese día llegue pronto, mas me temo que tardará o bien nunca llegará, pero aún hoy
y en estas lúgubres paredes recuerdo lo que me enseñó la persona que más quiero
en este mundo y es que la esperanza se debe tener siempre hasta en los momentos
donde parece que una capa nos tapa la poca que albergamos, ya que un día esa
capa volará.
Aunque para mí quizá esa capa que
tiñe de negro mi esperanza sea demasiada pesada y nunca llegue a volar…
Comentarios
Publicar un comentario