De una confesión personal a una crítica social
Es invierno, estamos a 5ºC bajo cero, vivo solo con dos
compañeras en Salamanca, tengo 18 años y soy gay. Quizá esas serían las dos
palabras que describieran al chico que tenéis detrás de estos relatos que
habréis leído y espero, en un futuro leáis otros muchos, esa es mi descripción,
claro que con todo lo demás que implica ser persona y todo lo que se dice a la
hora de presentarse, pero esas dos palabras, justo esas dos, son las que
siempre he querido decir y nunca he podido, nunca me he atrevido, las dos
palabras que chocan en mi mente y que siempre o al menos de momento estarán
escondidas en ella. Muchos me dirían que por qué no lo digo, muchos dirían que decirlo
es fácil, claro que es fácil, es decir dos palabras, soy gay, simple y
llanamente, dos simples y claras palabras.
Puede parecerlo, pero quizá yo sea raro, o tal vez y solo
tal vez, para que aquellos que lo dijeron antes también fuera tan difícil como
lo es para mí ahora y por supuesto igual que para miles y miles de chicos y
chicas.
Es España, supuestamente un país libre, en el que cada uno
hace, piensa y actúa de acuerdo a como uno quiere, esto es, que si alguien es
gay ¿por qué juzgarlo?, es su vida ¿no?, eso por desgracia queda muchas veces
en la teoría, una ley, el Estado y todos los tribunales que queráis no pueden
impedir, por desgracia, que tus familiares, que tus amigos, que la gente que
más querías te miren diferente, te miren de otro modo solo por haber dicho lo
que más querías decir en tu vida, porque es tu vida y eso es lo más importante.
Pero hasta escasamente hace 10 años, por ejemplo aquí en el país donde vivo, no
se reconocía el matrimonio homosexual, porque decían supuestamente que lo único
aceptado y lo “correcto” en la sociedad es el matrimonio heterosexual, solo
porque así lo decían unos cuantos papeles y unos cuantos del ala más
conservadora de la sociedad, cuyo pasado y de donde vienen lo sabemos todos o
casi todos los que conozcamos la realidad de la España de las última décadas, excluyendo
no solo a los homosexuales, no, sino a todos los que estaban y están a nuestro
lado.
¿Qué decir de otros países?, igual o mucho peor que en
España, pongamos en un supuesto la India, una democracia hereditaria que dicen
algunos, para mí eso no es una democracia, por cierto donde cada veinte minutos
aparece una pobre mujer violada, si estuviera allí, adivinad donde estaría, en
libertad puedo aseguraros que no, diez años, diez años privados de una libertad
inherente por ser humanos, pero que por ser gay se deniega, como si fuera uno
de los peores delitos del mundo y que hay que erradicar como si fuéramos simples
y vulgares ratas. ¿Dónde están ahí los derechos humanos?, un gay allí no puede
vivir en libertad, simple y llanamente porque lo dicen unas estúpidas leyes que
imponen unos malditos legisladores. Otro supuesto y nos vamos a África, Uganda también
pena de cárcel para los homosexuales incluso en un extremo la muerte si tienen
VIH, pero no solo hay dos no, hay muchos más, hasta un 40% de los países de
todos los continentes tienen leyes homófobas, pongamos Honduras, país
latinoamericano, ¿sabéis una cifra que me destrozó al leerla?, el número 186,
si 186 homosexuales asesinados entre 2009 y 2012, ¿adivináis que les pasó a los
culpables?, nada, la mayoría seguían y siguen en libertad, se les asesinó por
simple odio, por simple egoísmo, ¿qué les importaba a esos asesinos que fueran
homosexuales o no?, a quienes sí que les importaba era a su familia quienes se
han quedado sin hijos, sin hermanos…
Una pregunta que me he hecho siempre es ¿dónde y para qué
sirven los derechos humanos en estas situaciones?, los que quieran defender
este documento redactado por la gran institución, las Naciones Unidas, dirán
que no se hace nada porque es otra cultura y tienen otras leyes, que allí las
entienden y hay que respetarlas porque es su religión (véase las barbaridades
que hacen con las mujeres en algunos países de religión islam y no se hace
nada). Cuando oigo eso las lágrimas quieren aparecer en mis ojos, si en una
cultura, en países supuestamente democráticos, está permitido hacer esto no
solo por las autoridades nacionales sino que se acepta internacionalmente, es
que no merece la pena creer en la esperanza y en lo que tanto prometen, la
igualdad, la justicia... ¿Dónde estaba la igualdad cuando se asesinó a 186
homosexuales y no se juzgó a prácticamente ningún culpable? ¿Dónde?, ¿Dónde
está la que tanto defienden como justicia e igualdad?, me temo que estas
preguntas en el aire quedarán y nadie me sabrá dar una respuesta.
Si queremos, de una vez por todas instaurar esos valores que
tanto se defienden muchos como la justicia, la igualdad, la
tolerancia…hagámoslo de una vez por todas ¿Por qué condenar a alguien por ser “diferente”,
por qué juzgar a alguien por eso? Desde mi humilde opinión creo que se debería
valorar la diversidad y no atacarla, por ser lo que es diferente para los que
quieren imponer el prototipo de persona, que para ellos es lo mejor.
Tendré esperanza en esta sociedad, cuando de verdad desde
las grandes instituciones se quieran abordar y resolver estos problemas, hasta
entonces, la sociedad que tanto defienden como justa, igualitaria y tolerante,
para mí significará una sociedad justa, igualitaria y tolerante solo para los
que quieren ellos, para los demás es una sociedad injusta, anti-igualitaria e
intransigente.
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